“Poco después de egresar del colegio y ponerme a trabajar como asistente comercial, me atrapó la pasta base y llegué a vivir en la calle. Tengo un hijo de 5 años pero no lo veo casi nunca… lo cuida mi suegra y sé que al menos está bien.

Me acuerdo que por mayo del 2018 desperté en una cama del Hospital San Borja Arriarán. A penas vi a una enfermera me contó que llevaba más de 9 meses en estado de coma. Mi último recuerdo fue antes de caer desmayado en la vía pública a causa de la toxoplasmosis cerebral, un síndrome que se da por tener VIH y defensas bajas… yo tengo los dos diagnósticos y a eso súmale el consumo.

Yo sabía hace años que tenía esta enfermedad, incluso antes de tener a mi hijo, lo que hace que todo se me haga muy duro. Cuando me dieron el alta empecé a perder un poco la memoria, pero igual recuerdo algunas cosas,  sobre todo lo mal que uno lo pasa en la calle y atraparse más  en el consumo.  Estando en esta situación te puede pasar cualquier cosa, la droga es como un bicho que uno tiene dentro… no se lo deseo a nadie.

Ahora, después de haber estado en coma, vivo en una ruca que hice para poder sobrevivir, porque tengo que cuidarme mucho para que no me bajen las defensas… pienso harto en el invierno y en cómo lo voy a hacer, porque tengo que saber hacerle el quite al frío… o es eso o me muero. Tengo miedo, porque yo sé que llegué acá cometiendo errores, pero la vida me dio una oportunidad para seguir viviendo y espero poder estar recordando este momento en un tiempo más. Yo creo que esta no la cuento dos veces.”